5.2 PROCESO DE CONTROL
Es el proceso de medir el desempeño actual comparándolo
contra la estándares previamente establecidos y tomando acción gerencial para
corregir aquellas desviaciones o normas inadecuadas. Consiste de cinco etapas,
las cuales se describen a continuación:
Establecimiento de estandares
Identificar lo realizado de tal manera que no sólo se mida,
sino que también se evalúe lo medido, enfocándose a todos los niveles de la
pequeña empresa. Se debe emplear medidas para evaluar las funciones y
actividades, tanto actuales como futuras, asegurándose de que tales medidas
sean efectivas.
Medición
Esta etapa consiste en identificar que es lo que se ha
logrado. Esto es importante porque proporciona la verdadera información
objetiva que posteriormente se compara con el estándar. En la ejecución de este
proceso es útil tener presentes los siguientes puntos:
a) Las mediciones sustituyen al criterio. No sólo es necesario medir, sino
también evaluar lo que se ha medido.
b) Distribuir razonablemente las mediciones entre las varias actividades clave.
Abstenerse de hacer todas las mediciones en el mismo nivel de la organización.
c) Seleccionar medidas para evaluar tanto las actividades actuales como las
futuras.
d) Las mediciones que se aplican a un grupo, según lo ilustra una unidad
orgánica pueden ser efectivas. La unidad no necesariamente debe ser un empleado
individual.
La verdadera ejecución de la medición del funcionamiento se logra en muchas formas
diferentes, tales como observaciones personales, datos estadísticos e informes,
tanto verbales como escritos.
Comparación
En este paso se compara el funcionamiento actual de las
actividades a controlar, con el patrón o estándar previamente establecido.
Una vez que se ha obtenido la información sobre el funcionamiento, el siguiente
paso en el control consiste en comparar este funcionamiento con la norma o
patrón. Con esto se evalúa el funcionamiento. Cuando existe alguna diferencia
entre ambos, suele requerirse criterios para establecer la importancia de la
diferencia. Es inadecuado fijar una variación rígida absoluta o incluso un
intervalo de lo que se considere satisfactorio. Las desviaciones de la norma
que sean relativamente pequeñas ameritan la aprobación del funcionamiento de
algunas actividades, en tanto que en otros casos, una ligera desviación puede
ser grave. El funcionario del control debe, en consecuencia, analizar, evaluar
y juzgar los resultados como parte definida del proceso de control.
En términos generales, la comparación de lo hecho con las normas para ver si
difieren, deberá efectuarse lo más cerca posible del lugar de trabajo, pues
esto facilita la inspección, y ayuda a localizar lo que necesite corrección,
con el resultado, de que las pérdidas sean mínimas. Sin embargo, cuando el
criterio es lo principal para determinar la importancia de alguna desviación, puede
ser necesaria cierta demora para obtener la información de control para la
autoridad encargada de la decisión.
Corrección
Esta etapa es crucial para el proceso de control, ya que los
esfuerzos están encaminados a que los resultados correspondan a los estándares.
Cuando se descubren desviaciones se debe tomar una acción correctiva. Esta
acción puede ser prevista, adelantándose a los hechos y ponerla en práctica
inmediatamente como una acción preventiva y correctiva.
Siempre que se descubran variaciones importantes, éstas no sólo piden una
acción inmediata y enérgica, sino que es imperativo aplicarla. El control
efectivo no puede tolerar demoras innecesarias, excusas, ajustes interminables
o excepciones excesivas.
La acción correctiva la ejercen quienes tienen autoridad sobre el procedimiento
actual. Puede implicar un cambio en el método para obtener la cantidad deseada
o una nueva forma de determinar las dimensiones de las partes que se están
produciendo para llenar los requisitos de control de calidad. En algunos casos
puede bastar un cambio en la motivación. Puede ser útil la reimplantación del
objetivo en la mente del empleado o la revisión de una política y de su
aplicación.
Para el máximo de efectividad, el control debe ir acompañado de la responsabilidad
individual y fija. Hacer a determinado individuo el responsable de los
resultados que se esperan es el mejor medio para realizarlos. La
responsabilidad individual fija tiende a hacer personal el trabajo. Lo
convierte en su trabajo, en su responsabilidad para lograr un desempeño
satisfactorio, y su responsabilidad para hacer cualesquiera correcciones que
pudieran ser necesarias.
La acción remediadora es preferible a la acción correctiva. Es decir, este paso
en el proceso de control implica algo más que andar a caza de dificultades para
corregirlas. Debe discutirse la verdadera causa de la dificultad haciendo lo
posible para eliminar el origen de la discrepancia.
Retroalimentación
La última etapa del proceso de control consiste en permitir que la salida del
sistema de control se compare con la entrada del sistema, de tal manera que la
acción de control apropiada se puede formar como alguna función de la entrada y
la salida.
La palabra control presenta el serio inconveniente de poseer
diferentes contextos. Muchos de estos significados son negativos y denotan, por
ejemplo, censura u obediencia por parte de los subordinados a las instrucciones
que emanan de la superioridad. Es lamentable que el control evoque este
sentido, aunque completamente comprensible. La palabra tiene una aureola de
autoridad en torno suyo que tiende a sentar mal a las personas libres. Con
todo, no podemos negar que es una palabra que en una sociedad sometida a
cambios constantes, y cada vez más compleja, la gente debería hallar agradable
y prometedora, más que restrictiva y de mal augurio. El control en un sentido
directivo amplio, indica un enfoque previsto, más que fortuito, por parte de
una sociedad con respecto al empleo de sus recursos humanos y materiales. El
control representa esas fuerzas que hacen posible, en cualquier actividad
organizada, tanto publica como privada, un funcionamiento intencionado.
El control, en este marco, puede definirse perfectamente como “la presencia en
una empresa de esa fuerza que la guía hacia un objetivo predeterminado por
medio de unas directrices y decisiones predeterminadas”. Por “fuerza” se da a
entender, suponemos:
1) la convicción, por parte de la gerencia, de la importancia de la programación
continuada y sistemática y
2) La disponibilidad de las necesarias capacidades para efectuar la
planificación (es decir, la fiscalización) adecuadamente,
La descripción del control directivo, que hemos desarrollado, tiene
probablemente un significado relativamente insignificante para aquellos que
poseen una formación técnica. Esas personas parecen considerar los modernos
sistemas de control empresarial sorprendentemente similares a los simples
servomecanismos de tipo electromecánico. Puesto que los sistemas de control
electromecánico están destinados a mantener un control electromecánico están
destinados a mantener un nivel de funcionamiento (por ejemplo, la temperatura)
entre unos límites predeterminados, se supone que la prevención es el atributo
esencial de un sistema de control. La existencia de un sistema de control está
justificada por su capacidad de imponer sus normas. La precisión en la
determinación de las normas tiene una importancia fundamental en el control
industrial. Semejante concepto de control es muy apropiado para las máquinas o
algunas operaciones en talleres.
Para la mayoría de la gente este concepto resulta, sin embargo, excesivamente
rígido e inflexible.
Para situarnos en una perspectiva adecuada en el sentido de control, es importante
reconocer que una gran parte de controles importantes, pero relativamente
corrientes, quedan fuera del ámbito e incumbencia habitual del gobierno de
empresas. Estos otros tipos de control ayudan a establecer un modelo preciso de
normas y sistemas parecidos a los de los servomecanismos mencionados, para
abreviar el tratamiento de las operaciones rutinarias de la empresa. Este
modelo especial es conocido en los medios contables como el “sistema de control
interno”.
La clasificación podría ser la siguiente:
1. Controles utilizados para unificar el rendimiento, con objeto de incrementar
la eficiencia y disminuir los costos. Podrían incluirse la cronometración, la
inspección, los métodos de trabajo por escrito, o los programas de producción.
2. Controles utilizados para proteger el activo social del robo, deterioro o
uso indebido. Tales controles acostumbran hacer resaltar la división de
responsabilidades, la separación de las operaciones contables, de custodia y
operacionales, y un sistema adecuado de autorizaciones y archivo.
3. Controles utilizados para unificar la calidad con objeto de ajustarse a las
especificaciones, bien de los clientes, bien de los técnicos de la empresa. Las
copias cianográficas, la inspección y unos controles estadísticos de la calidad
caracterizarían algunas de las medidas empleadas para mantener la integridad
del producto (o servicio) comercializado por la compañía.
4. Controles destinados a establecer límites dentro de los cuales pueda
ejercerse la autoridad delegada sin necesidad de más aprobación por parte de la
jefatura. Los manuales de organización y métodos de trabajo, las directrices y
las intervenciones internas ayudarían a descifrar los límites dentro de los
cuales pueden actuar libremente los subordinados.
5. Controles utilizados para calibrar el rendimiento en el trabajo. Por
ejemplo, informes especiales, producción horaria o por empleado, intervención
interior, y tal vez, presupuestos o costes tipo.
6. Controles utilizados para operaciones de planificación y programación. Entre
estos controles hallaríamos las previsiones de producción y venta,
presupuestos, diversas formas de fijación de costes y normas de medición de
trabajo.
7. Controles que permitan la jefatura de la empresa mantener en equilibrio los
diversos planes y programas. Controles característicos de este tipo serían el
presupuesto principal, los manuales sobre directrices, manuales de urbanización
y técnicas de urbanización, como comisiones, y la utilización de asesores del
exterior. La necesidad imperiosa de tales controles sería proporcionar el
capital necesario para las superaciones actuales y a largo plazo para maximizar
los beneficios.
8. Controles destinados a estimular a los individuos dentro de la empresa para
que aporten sus mejores esfuerzos. Tales controles supondrían necesariamente
los medios de reconocimiento del logro mediante ascensos, premios por
sugerencias o alguna forma de participación de beneficios.
Esta clasificación de las técnicas de control en cuanto a sus usos habituales
puede resultar inicialmente más conducente a confusión que a esclarecimiento.
Al propio tiempo, aparecen inmediatamente ciertas semejanzas y diferencias en
las técnicas. Por ejemplo, hay un aspecto de prevención o sometimiento,
característico de los controles de los grupos 1 a 3. Esta agrupación consta de
los controles utilizados para unificar el rendimiento, defender el activo y
asegurar la calidad. Estos controles participan realmente del carácter de
directrices o sistemas que deben seguir. Su acatamiento no se deja a la
discreción de los usuarios. Muy al contrario, la efectividad de rendimiento
será juzgada primordialmente por el grado de acatamiento obtenido.
El segundo grupo, por otra parte, incluye controles que están destinados a
facilitar algunos elementos de tolerancia a los que se ven afectados por ellos.
Son útiles para ayudar a fijar las metas, programar el trabajo y valorar el
rendimiento y establecer la tónica de la actividad de la empresa. Estos
controles comprenden el resto de elementos de la lista precedente. Estos son
los controles ideados para establecer límites a la delegación de autoridad,
crear normas con las que pueda medirse la actuación, facilitar la planificación
de la empresa y mantener su equilibrio general en el interés de lograr unos objetivos
óptimos y estimular la acción.
Esta clasificación de “control” es notable en la forma en que parece que un
número de estos controles pertenece apropiadamente a una de estas dos
agrupaciones principales. Los costes tipo o los presupuestos, por ejemplo,
pueden ser utilizados para obligar al cumplimiento. Facilitan, por tanto, los
medios para que la jefatura determine el nivel de rendimiento deseado que
espera de los subordinados. La variación de rendimiento real, con respecto al
anticipado, constituye la señal incorporada a estas técnicas para poner en
marcha la posible investigación de las razones de estas desviaciones.
Los costes tipo y, en especial, los presupuestos, son también las técnicas
principalmente en que se reflejan los planes de la empresa. Facilitan un método
para que un nivel determinado de la jefatura calibre su propio rendimiento.
Estos usos son constructivos, ya que estimulan la autovaloración y la
consideración del futuro.
Las técnicas de control, como los presupuestos, que son intercambiables dentro
de las agrupaciones, dejan mucho margen para las malas interpretaciones. Cuando
los presupuestos son considerados como “planificación”, es discutible si deben
ser utilizados para exigir el cumplimiento. Así la puntuación que un jugador de
golf espera obtener en la primera serie no es la misma que la que piensa
aplicar a sus apuestas. O bien, otro ejemplo, cuando la intervención interna es
encargada a los niveles más bajos de la dirección, por razones constructivas,
su cumplimiento o labor policial deben ejercitarse con considerables
limitaciones.
Hay otra cosa significativa acerca de la clasificación precedente. Todas estas
técnicas de control, salvo las que se encuentran en la clasificación final,
tienen algo en común: cada una de ellas puede medir el rendimiento.
En otras palabras, cada uno de los controles relacionados sirve de norma de
conducta. El rendimiento o actuación reales pueden compararse con esa norma. A
menos que se establezca dicha comparación, las normas tienen un valor limitado.
Otra forma de expresar lo que antecede es que el “control” nos es algo
intrínseco a una técnica concreta, como tampoco la “medición” es inherente a un
patrón de medida determinada. El “control” proviene del uso consiente de tales
recursos para influir en la acción. Esta influencia (o control) puede ser en
cuanto o ambos de los elementos:
1) El pensamiento, el análisis, la planificación y el esfuerzo cooperativo
encaminados a elaborar normas con modelos de comparación particulares; y
2) Las medidas correctoras tomadas cuando señalan su necesidad la comparación
de los resultados con el rendimiento proyectado.
Los controles directivos, por otro lado, sirven tanto de medida de actuación
como de elementos condicionadores del ambiente laboral de la empresa. Las
actitudes de planificación y de autovaloración ejercen una influencia
especialmente poderosa, especialmente en la empresa, pues forma parte de las
fuerzas esenciales que contribuyen a un proceso continuado y decisivo. Esta
posibilidad de que cualquier control directivo estimule la acción constructiva
es, con mucho, su característica más importante. Esto contrasta con el rasgo de
mando o el cumplimiento de otros tipos de control.
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